Hatsuhana estrena en Bogotá su nuevo jardín japonés

Hatsuhana continúa sorprendiendo por su innovación y en esta ocasión presenta su nuevo y renovado jardí­n que hace parte del restaurante y es un espacio en donde los visitantes podrán disfrutar de una exquisita gastronomí­a, en medio de la naturaleza. 

Para este proyecto, Hatsuhana trabajó en conjunto con Ana Marí­a Largacha, experta en decoración, quien plasmó en este lugar su sensibilidad y gran interés por la naturaleza nativa del trópico de oriente y los jardines del desierto.  

De acuerdo a Adriana Cerquera, gerente del restaurante "más que un nuevo diseño, el jardí­n de Hatsuhana es un rescate de la filosofí­a japonesa. Los japoneses guardan un respeto muy profundo por sus bosques, montañas, mares, orillas con acantilados y rocas y querí­amos recrear ese sentido hacia el cuidado al medio ambiente". 

"Cada mañana a manera de ritual de meditación nos dedicamos al mantenimiento del jardí­n, recogiendo las hojas secas que han caí­do, para mantener su estructura. Buscamos que este jardí­n Japonés sea un lugar perfecto para conectarse consigo mismo, aplacar pensamientos y contemplar las cosas maravillosas que te ofrece la vida". 

El diseño

Para lograr todo ese efecto japonés, Ana Marí­a logró incorporar algunos elementos importantes que hacen parte de la construcción de todo el concepto. Así­, se incluyó gravilla mona que representa el agua que rodea la isla de Japón.  

De otra parte, se agregaron algunas plantas rastreras que simbolizan el follaje del bosque. Se desenterró esas colosales rocas que en algún momento fueron protagonistas de antiguo jardí­n, que con su peso y el tiempo, terminaron sepultadas. 

El jardí­n se caracteriza por una vegetación de poca densidad con follajes frutales, tratando de repetir la naturaleza del bosque en miniatura. Se trata de un ambiente húmedo en el que los comensales de Hatsuhana encontraran helechos, musgos, pastos y arboles antiguos, además de puentes y linternas de piedras para la iluminación de los senderos, sin olvidar la fuente de agua.  

Los viejos troncos de los árboles hacen parte del escenario porque hacen sentir la longevidad del bosque y recuerdan, además, el profundo respeto que los japoneses le tienen a estos lugares.